Club de Música: El vitalismo en la música americana del siglo XX

 

Swanee de George Gershwin. Versión de Al Jolson

Cuando escuchamos algunas obras de los compositores americanos del siglo XX como Gershwin, Copland o Bernstein, es inevitable dejarnos llevar por sus melodías pegadizas, sus marcados ritmos, su explosión de contrastes sonoros y en definitiva por el vitalismo que contagian.

Desde las primeras canciones americanas escritas por Francis Hopkinson en el siglo XVIII como “To Anacreon in Heav’n”, cuya melodía se piensa que se utilizó para componer el actual himno americano; hasta las composiciones del siglo XX como “Salón México” de Aaron Copland, la música estadounidense ha ido gestándose principalmente a base de: las canciones patrióticas que se empleaban especialmente en el ejército, las melodías folklóricas propias de cada estado, los diferentes estilos –ragtime, blues, jazz, etc.- que iban surgiendo de su multicultural población, y las corrientes europeas que llegaban a América a través de los compositores que emigraron con las guerras mundiales.

La llegada del sonido grabado hacia 1920 condicionó también la producción musical americana del siglo XX. Esto favoreció el que la música llegara a todo el mundo independientemente de su formación y potenció el surgimiento de las productoras musicales. En este contexto surgieron los músicos del Tin Pan Alley. En la calle 28 esquina con la Quinta Avenida se encontraba esta calle donde muchos editores tenían sus locales de trabajo y contrataban lo que se conocía como Song plugger (músicos que tocaban canciones al piano para aquellas personas interesadas en el negocio del espectáculo). Algunos de estos músicos como Irvin Berlin, famoso por escribir el tema “Alexander´s Ragtime Band”, o el propio Gershwin ganaron una fortuna con la composición de canciones cuyas melodías pegadizas y letras sencillas atraían a la sociedad americana del momento.

El vídeo que os proponemos es la versión que Al Jolson hizo en 1920 de “Swanee”, una canción con letra de Irvin Caesar y cuya melodía se dice que fue escrita en diez minutos por Gershwin para un musical en Nueva York. En su estreno “Swanee” no tuvo gran trascendencia, pero cuando Al Jolson, que era una auténtica celebridad del momento, decidió incluirla en su espectáculo “Sinbad” y grabarla para el sello Columbia Records, se convirtió en un éxito absoluto.

Salón México de Aaron Copland

Aaron Copland, que estudió piano en París con Ricardo Viñes y composición con Nadia Boulanger, contribuyó con sus composiciones al crecimiento de la música seria americana en el siglo XX. Compuso “Salón México” para orquesta sinfónica, entre 1932 y 1936,después de una visita a México. Quería transmitir el espíritu de este país desde su propio estilo. La pieza debe su título a un salón de baile nocturno de la ciudad de México, que frecuentaron durante varios meses Copland y su amigo, el compositor y director de orquesta, Carlos Chávez. Puede verse en ella una gran estructura ternaria con una larga Introducción y una Coda final. Incluye temas del folklore mexicano adaptados por Copland. En ella destaca la superposición y mezcla de ritmos ternarios y binarios, los contrastes de tempo, las síncopas y una instrumentación donde los vientos y la percusión son los principales protagonistas.

Esta versión que recomendamos es el arreglo para piano, de la versión orquestal de “Salón México”, que hizo un jovencísimo Leonard Bernstein en 1941, a petición de la editorial Boosey & Hawkes. Bernstein hizo también un arreglo para dos pianos que tocó en numerosas ocasiones con su admirado Copland

Bernstein

 

Club de música: Romanticismo. El piano y sus antepasados.

El piano es sin duda alguna el instrumento estrella del Romanticismo, puesto que durante esta época gran parte de las composiciones, ya fueran dirigidas a un escenario o a una pequeña sala, contaron con el piano y le otorgaron en muchas ocasiones un papel protagonista. La explicación más razonable para que esto sucediera es que el timbre del piano y sus posibilidades técnicas coincidían perfectamente con los ideales estéticos del movimiento romántico. Pero tanto el timbre, como la técnica pianística no fueron sino consecuencia de los avances que se produjeron en la construcción del instrumento durante las primeras décadas del siglo XIX. De hecho, no podemos hablar de piano antes de 1820. Para entender esto, lo mejor es retroceder en el tiempo y conocer los antepasados del piano.

Clavicordio

El clavicordio es un pequeño instrumento de cuerda percutida que surgió a finales de la Edad Media. Básicamente consiste en una caja rectangular con un teclado, unas cuerdas, un puente y una tabla de resonancia. Su funcionamiento es muy sencillo. Al accionar una tecla, la pieza de metal (tangente) que está al final de la misma golpea o percute la cuerda, produciéndose así el sonido. Este instrumento podía hacer variaciones de volumen, con lo que resultaba muy expresivo, sin embargo, su sonido era tan pequeño que sólo podía emplearse en el ámbito doméstico, para estudiar o componer. Con este fin lo usaron muchos compositores barrocos y clásicos, como J.S. Bach y W.A. Mozart.

Clave (clavecín o clavicémbalo)

El clave es un instrumento de cuerda pulsada que surgió en el siglo XV y que se convirtió en uno de los protagonistas del Barroco musical. Como el clavicordio, tiene una caja (de un tamaño mucho mayor), un teclado (que a veces puede ser doble), las cuerdas (que ahora están tendidas en la dirección de las teclas) y una tabla de resonancia que ocupa toda la caja. A diferencia de lo que ocurría en el clavicordio, en el clave las cuerdas no son golpeadas, sino pulsadas o pinzadas (de la misma manera que ocurre en una guitarra o en un arpa) gracias a un plectro que lleva adosado el mecanismo de la tecla. El clave tenía un gran sonido, ideal para los conciertos públicos, sin embargo, su funcionamiento impedía la variación de volumen, es decir, una nota podía sonar o no sonar, pero no se podía hacer suave o fuerte, lo cual suponía una limitación expresiva importante.

Fortepiano

Hacia 1700 Bartolomeo Cristofori decidió combinar las ventajas de los dos instrumentos de tecla ya existentes: la expresividad del clavicordio con la potencia sonora del clave. Lo que hizo fue idear un mecanismo para el clave que percutiera la tecla en lugar de pinzarla. De esta manera, al variar la fuerza con la que se accionaba la tecla, se modificaba también el volumen sonoro. Así, era posible conseguir un sonido fuerte (o forte en italiano) y un sonido suave (o piano). De ahí el nombre que se dio al instrumento: fortepiano o pianoforte. Junto al mecanismo de la tecla, el fortepiano fue introduciendo algunas novedades, como los pedales (que se accionaban con la rodilla). Este instrumento llegó a su apogeo durante el Clasicismo musical y es con el que W.A.Mozart o L.v.Beethoven adquirieron fama como intérpretes.

Piano

Durante la primera mitad del sigo XIX los constructores de fortepianos fueron introduciendo mejoras en el instrumento. La más importante fue la incorporación (gracias a la Revolución Industrial) de un armazón de hierro fundido, capaz de soportar una tensión enorme de las cuerdas. Este cambio trajo consigo muchos otros. Gracias al armazón era posible tener más cuerdas (con lo que se amplió la tesitura del instrumento) y esas cuerdas podían estar más tensas  (con lo que se consiguió un volumen mucho mayor). El otro cambio definitivo fue la mejora del mecanismo de la tecla gracias a la doble repetición (que permitía hacer notas repetidas a mayor velocidad). También cambiaron los pedales, que pasaron a ser tres y se accionaban con los pies. La consecuencia de todo esto fue que el timbre de este “pianoforte” mejorado ya no era el mismo. Así nace el piano (apócope de pianoforte), la estrella del Romanticismo musical.

Club de Música: El cuarteto de cuerda en el Clasicismo

Cuartetos op. 1, nº 1-4 de Joseph Haydn. Kodaly Quartet

HaydnEl cuarteto de cuerda fue uno de los géneros musicales que más se cultivó durante el Clasicismo musical, desde 1750 a 1800. Aunque Haydn no compuso los primeros cuartetos, sí que podemos considerar que sus obras para esta agrupación constituyeron la base que sirvió de referente para numerosos compositores del momento como Hoffstetter, Pleyel, Mozart o Beethoven.

Haydn, que desde pequeño demostró dotes para la música, fue un ejemplo a lo largo de su vida de los ideales de la Ilustración por su buen carácter, su piedad y su generosidad. Tras recibir clases de composición del maestro Nicola Porpora llegó a componer más de 80 cuartetos de cuerda, en los que supo dar a cada instrumento, (violín primero, violín segundo, viola y chelo), su propio papel protagonista, especialmente en algunas series de sus cuartetos como el opus 20 o el opus 33. Sus melodías gustaban al gran público de diferentes países. Especialmente en Inglaterra y España era considerado una celebridad y recibió contratos de la nobleza y la aristocracia de ambos países.

El cd que os recomendamos incluye el que parece ser su primer cuarteto, el op.1 nº 1, que lleva el sobrenombre de “La caza”. En él podemos apreciar muy bien la estructura ternaria del mismo, (exposición, desarrollo y reexposición) y las melodías cantabiles, tan propias del Clasicismo. El tema principal que abre la obra  –iniciado por todos los instrumentos al unísono, de ritmo ternario y formado por un antecedente y un consecuente-, nos sirve de ejemplo para apreciar la importancia de las melodías en este período musical. Esas melodías, que atraían y siguen atrayendo al gran público, se sustentan con  acompañamientos de notas repetidas,  muchas veces otorgados a la viola y al violonchelo. Así lo observamos sobre todo en este primer Haydn que tanto fue evolucionando a lo largo de sus composiciones, pero que no dejó de mantener su sello personal en todas ellas.

Cuarteto en do mayor nº 19, K. 465 de Wolfgang Amadeus Mozart. Hagen Quartet

Haydn y Mozart fueron algo más que maestro y alumno. Ambos compartieron amistad e incluso tocaban juntos cuartetos de cuerda: Haydn y Dittersdorf al violín, Mozart a la viola y Vanhal al violonchelo. Uno de los cuartetos que interpretaron en la época estas grandes figuras del Clasicismo, se conoce con el sobrenombre de “Disonancias”.  Es el último de los seis que Mozart escribió entre 1782 y 1785 en homenaje a Joseph Haydn. Se dice que los compuso tras escuchar los “Cuartetos rusos” op. 33 de su maestro y amigo.

Esta obra resultó especialmente polémica en la época y algunos autores como Giuseppe Sarti publicaron ataques contra ella, describiendo las secciones como bárbaras, execrables y lamentables. Fetis incluso editó una revisión del inicio del cuarteto, insinuando que Mozart había cometido errores.

En esta soberbia interpretación del Cuarteto Hagen, podemos apreciar cómo Mozart otorga papeles relevantes a todos los instrumentos, mostrándose una gran evolución frente a sus primeros cuartetos para cuerda, donde el violín primero casi siempre llevaba el protagonismo.  Destacar en el primer movimiento la introducción cargada de disonancias que no se resuelven hasta el comienzo del Allegro, donde aflorarán  3 temas contrastantes dentro de la estructura ternaria del mismo. En el segundo movimiento, los diálogos entre violín primero y chelo se constituirán como los pasajes más expresivos del cuarteto. Un minueto y su contrastante trío en modo menor, darán paso a un cuarto movimiento lleno de vitalismo y fuerza en todos los instrumentos, pero donde el violín primero ostentará el papel protagonismo la mayor parte del tiempo.

Club de Música: Barroco temprano

Amarilli mia bella de Caccini. Philippe Jaroussky

A finales del siglo XVI en Florencia, el conde Bardi reunió en su casa palacio a un grupo de intelectuales y artistas que jugaron un papel fundamental en el paso del Renacimiento al Barroco musical. Este grupo, conocido hoy como la Camerata florentina, consideraba que la música del momento, fundamentalmente polifónica, no era la más deseable pues difícilmente se podía transmitir la emoción de un texto a través de una maraña de voces independientes. El ideal a seguir lo encontraron en la tragedia griega, de la que se sabía que causaba un impacto emocional enorme sobre el público y a la que se le suponía una música que consistía en una melodía cantada con un acompañamiento instrumental sencillo. De acuerdo con estas teorías muchos compositores del momento comenzaron a abandonar poco a poco la polifonía, para decantarse por una textura homofónica.

 Un claro ejemplo es la composición Amarilli mia bella de Caccini, que fue publicada en 1602 y que consiste en una melodía con un bajo continuo. En ella Caccini se sirvió de gran cantidad de recursos musicales con el fin de que la música transmitiera fielmente la emoción del texto. Así, podemos escuchar cómo los giros melódicos se ajustan al significado de las palabras, cómo el ritmo se acelera cuando también lo hace la acción o cómo el uso del cromatismo consigue  transmitir el dolor del amante rechazado.

 A pesar de que hoy en día esta música nos resulta natural, hay que tener en cuenta que supuso un cambio trascendental en la época, tanto que fue precisamente en este momento (comienzos del siglo XVII) cuando, no sólo se establecen las bases de la música barroca, sino que se asientan muchos aspectos musicales (como el uso de la tonalidad) que se han mantenido hasta hoy, tanto en la música “clásica”, como en el pop, rock o jazz.

L’Orfeo de Monteverdi. Jordi Savallorfeo

El comienzo del siglo XVII estuvo marcado desde el punto de vista musical por la experimentación. Tomando como modelo la tragedia griega, la cual según las investigaciones de la época debía haberse cantado en su totalidad, muchos compositores del momento se dispusieron a crear obras de teatro en música, es decir, lo que hoy llamamos óperas. Fueron varios los intentos y, aunque la más antigua de estas obras fue Euridice de Peri y Caccini (1600), corresponde a Claudio Monteverdi el honor de crear la primera ópera, por contar L’Orfeo con todas las características que una composición como tal debe tener. Así, comienza con una introducción instrumental, llamada toccata, que pone de manifiesto la escritura idiomática que se va a desarrollar durante todo el Barroco. En las partes vocales ya se distinguen arias, en las que los personajes expresan sus sentimientos, y recitativos, que sirven para el avance de la acción. También encontramos coros, danzas e interludios orquestales. Todo ello combinado de una manera excelente por parte de Monteverdi, quien consigue como resultado un espectáculo completo y enormemente variado. Llama la atención que esta fábula en música, como se tituló en su momento, fuera estrenada en 1607, es decir, sólo cuatro años después de que Tomás Luis de Victoria compusiera su Requiem.

 En cuanto a la producción de Jordi Savall y el Liceo de Barcelona, decir que es muy recomendable ya que, más allá del rigor histórico o la calidad musical, que son evidentes, resulta un espectáculo verdaderamente atrayente que nos transporta a la Italia de comienzos del siglo XVII. Conviene no dejar de ver los comentarios sobre la producción que se encuentran en el DVD, ya que ofrecen información muy interesante sobre el momento en el que fue compuesta y estrenada la ópera, así como sobre la propia producción.

Club de Música: Tomás Luis de Victoria y el Renacimiento musical

O quam gloriosum est regnum de Tomás Luis de Victoria

Uno de los compositores más relevantes del Renacimiento musical español, Tomás Luis de Victoria, fue niño cantor en la catedral de Ávila, su ciudad natal. Y aunque pasó gran parte de su vida en Roma, siempre mantuvo contacto con España, terminando sus días en Madrid.

Casi toda su música fue compuesta para la Iglesia y con la finalidad de formar parte de la liturgia católica. Empleaba los textos en latín que pertenecían mayoritariamente a la Biblia Vulgata. En sus obras podemos apreciar esa necesidad, de los músicos de la contrarreforma católica, de que el texto fuese entendido.

En el vídeo que os recomendamos podemos escuchar al Monteverdi Choir interpretando una de las primeras obras de Victoria, O quam gloriosum est regnum. Fue escrita en Venecia y dedicada al Cardenal Otto Truchsess.  La hemos seleccionado porque en ella podemos apreciar algunas características de la música de este compositor. Una de ellas es el empleo de pasajes homorrítmicos para enfatizar determinados pasajes del texto como se ve al principio de la pieza cuando todas las voces declaman quam glori con la misma figuración rítmica-. Otro rasgo que se percibe es la utilización de recursos melódicos para remarcar palabras -así vemos que para entonar gaudent (disfrutan), Victoria recurre a tiratas de notas que ascienden melódicamente, simbolizando la alegría-. Y por último apreciamos las imitaciones entre voces, que en esta obra, no sólo no impiden que se entienda el texto, sino que contribuyen a lograr una sonoridad llena, serena y equilibrada tan propia de las obras de Tomás Luis de Victoria.

Requiem 1605 de Tomás Luis de Victoria

Victoria

El Officium Defunctorum, más conocido para el público melómano como Réquiem, es la última obra que compuso Victoria. Escrito para el funeral de María de Austria, va dedicado a la hija de ésta, la princesa Margarita. El manuscrito de esta pieza podemos encontrarlo en el archivo de la catedral de Segorbe. Está escrito para seis voces mixtas y junto con las partes más habituales (Introito, Kyrie, Gradual, Ofertorio, Sanctus, Agnus Dei y Comunión) incluye 3 partes no pertenecientes a la Misa: Lección de maitines –Taedet est animam mea-, un motete –Versa est in luctum– arreglado para cuarteto de voces mixtas y una pieza final de absolución del cadáver –Libera me-.

La versión que os recomendamos la interpreta de un modo cuidadoso el ensemble The sexteen, dirigido por Harry Christophers. Esta misma agrupación es la encargada de cantar todas las piezas incluidas en el documental “Tomás Luis de Victoria, el compositor de Dios”, que puede encontrarse entre los archivos de RTVE a la carta, y que merece la pena ver, sin duda.

Club de Música: Compositoras en la Edad Media

A chantar m’er de so qu’ieu non volria (Ahora deberé cantar de lo que no querría) de La Condesa de Día. Pilar Figueras y el Clemencic Consort

Esta pieza atribuida a la Condesa de Día, pudo ser Beatriz de Día, nos acerca a la música trovadoresca de la Edad Media. Las trobairitz o mujeres trovadoras eran, en su mayoría nobles que se dedicaban a escribir poemas de variada temática, así como la música para los mismos. Empleaban la lengua de Oc, que era la que se hablaba en el sur de Francia, en el noroeste de Italia y en el noreste de España. Estas canciones resultantes eran piezas monofónicas que solían pertenecer al género Cansó –canción de amor- o Tensó –canción de debate-. Es importante señalar que los trovadores y trovadoras eran normalmente sólo compositores, pues su música la interpretaban instrumentistas y cantantes que eran conocidos como juglares o juglaresas.

A chantar es una canción sobre el amor no correspondido. Consta de cinco estrofas de siete versos cada una, más un pareado final. Todas ellas tienen la misma música. Es una de las únicas obras de trobairitz de las que se ha conservado el texto y la melodía. En esta versión interpretada espléndidamente por Pilar Figueras acompañada por el Clemencic Consort, destacan los interludios instrumentales, –que probablemente también se dieran en la Edad Media-, donde podemos escuchar una fídula, una flauta medieval de madera, un salterio, un rabel y un pandero.

Ordo Virtutum de Hildegarda von Bingen. Vox Animae

Ordo

¿Quién fue Hildegarda von Bingen? Sólo una paupercula forma feminea –pobre forma femenina-, como gustaba de llamarse a sí misma.  Consagró su vida a Dios desde los 8 años y a pesar de tener una vida enfermiza, compuso muchas obras musicales, escribió numerosos libros de diferentes temáticas y además ilustró estos con hermosas miniaturas. En Scivias -conoce los caminos-, uno de sus libros más conocido, narra las visiones que tuvo a lo largo de su existencia.

La pieza que os recomendamos de esta compositora, es el drama Ordo Virtutum –el orden de las Virtudes-. Constituye una obra musical muy completa y se la considera uno de los primeros dramas litúrgicos de la historia de la música. En ella se narra cómo el alma humana se debate entre el bien, personificado por 16 virtudes, y el mal, encarnado por el demonio. Comprende, a nivel musical, 82 melodías y en ellas vamos a percibir cómo Hildegarda emplea casi siempre un canto silábico y neumático. Llama la atención la declamación hablada del demonio, que pone de manifiesto su separación de Dios y del carácter divino de las virtudes.

Club de Música: Texturas II

Canon cangrejo de J.S. Bach

La forma más común y sencilla de canon es la de la melodía que al ser interpretada por varias voces de manera desfasada da como resultado una textura polifónica. Claros ejemplos son el famoso Frere Jacques (que todavía se escucha en las escuelas) o el manido Canon de Pachelbel. Sin embargo, existen otros tipos de cánones. Sin duda, el que resulta más curioso es el canon retrogradado o canon cangrejo, en el que dos voces interpretan la misma melodía, una leyéndola de comienzo a fin y otra, simultáneamente, desde el final hasta el principio. Como muestra tenemos el Canon Cangrejo de la Ofrenda Musical de J.S. Bach, en el que queda patente la maestría del alemán para los enigmas musicales.

La historia de la Ofrenda Musical es también muy curiosa. En 1747, estando ya Bach en una edad bastante avanzada, viajó a Postdam, a la corte de Federico el Grande de Prusia. El monarca, gran aficionado a la música, había escrito una melodía con la que retar al compositor, quien debía improvisar sobre la misma una pieza fugada. A pesar de que se trataba de una melodía poco adecuada para el desarrollo contrapuntístico, Bach salió airoso del trance. Es más, a su regreso a Leipzig compuso una serie de cánones y piezas fugadas sobre dicha melodía y dedicó la obra al rey. La Ofrenda Musical, concebida como regalo para Federico II, no es sino un presente para la posteridad, un compendio de la genialidad contrapuntística del gran J.S. Bach.

Motetes de John Dunstable. The Hilliard Ensemble

Dunstable

El Renacimiento es la edad de oro de la música polifónica, es decir, aquella que está escrita para varias voces que se mueven de manera independiente. A pesar de que se trata de una música extremadamente bella, en muchas ocasiones nos resulta extraña. La explicación está en que vivimos rodeados de música homofónica, en la que hay una prevalencia de la melodía sobre el acompañamiento, y donde el ritmo y la repetición juegan un papel fundamental. Por eso, cuando escuchamos la polifonía nos sentimos inseguros, al oír tantas voces al mismo tiempo no sabemos qué escuchar y al no tener estructuras repetitivas sentimos que no sabemos dónde estamos. Pero precisamente son estas nuevas sensaciones las que hay que aprender a disfrutar, pues en un mundo que se mueve a un ritmo acelerado, conviene parar y deleitarse con esos sonidos que parecen detener el tiempo y regalarnos un trocito de eternidad.

Son muchos los compositores renacentistas de valía, como los famosos Palestrina o Tomás Luis de Victoria. En este caso se ha querido sacar a la luz un autor desconocido por las masas, el inglés John Dunstable (1385-1453). De entre todas las obras que contiene el CD, destaca el Veni Sancte Spiritus, una pieza musical impresionante en todo momento en la que se encarna la preferencia inglesa por la sonoridad plena.

En la Biblioteca: http://rabel.jcyl.es/cgi-bin/abnetopac/abnetopac?SUBC=BPVA&ACC=DOSEARCH&xsqf01= Dunstable+John+Motets

Club de Música: Texturas I

Cantabile de Paganini

Nicolò Paganini, famoso en su época y ahora por sus composiciones extremadamente virtuosas para violín (tanto que se rumoreaba que debía haber hecho un pacto con el diablo para poder interpretar piezas de tal dificultad), nos presenta en este Cantabile una obra de una enorme sencillez, claridad y serenidad. Como bien dice el título, el violín “canta” mientras el piano lo acompaña con un simple bajo y sus acordes, dando lugar a una textura homofónica totalmente transparente. Es gracias a esta textura que podemos concentrarnos en la melodía del violín, en su sonido, así como en la expresividad y limpieza del intérprete. Disfrútenlo!

Suites para cello solo de J.S. Bach. Mischa Maisky

cellosuitesAlrededor de 1720, mientras vivía en Cöthen, Bach escribió el grueso de sus composiciones instrumentales. Probablemente la más famosa de ellas sea el Preludio de la Suite Nº1 para cello solo, omnipresente en películas, series y anuncios. Conviene ir más allá de este movimiento y deleitarse con el resto de las suites, claro ejemplo del talento compositivo del alemán, que consigue crear una obra maestra utilizando la textura monofónica, es decir, a una sola voz. Que se trate de un instrumento solo ahora no nos llama la atención, pero sí resulta extraño si tenemos en cuenta que precisamente el Barroco musical era la época del bajo continuo. No se trataba de algo inaudito, pues Biber y otros violinistas ya lo habían hecho, pero Bach lo hace con una calidad tal que llega a convertir estas piezas en ejemplo y estímulo para muchos compositores posteriores. Hay que señalar que sólo hay una voz en apariencia, ya que Bach, amante de los enigmas, en realidad ha escondido el resto de las voces. No se extrañen pues si en determinados momentos creen escuchar varios instrumentos.

Si se desea escuchar una versión historicista, sin duda una de las mejores es la de Pieter Wispelwey para Chanel Classics. De las disponibles en la biblioteca resulta muy recomendable la del famoso violoncellista Mischa Maisky.

En la Biblioteca:

http://rabel.jcyl.es/cgi-bin/abnetopac/abnetopac?SUBC=BPVA&ACC=DOSEARCH&xsqf01=Bach+seis+6+Cello+Suites+

Club de Música: Primera sesión

El día 18 de octubre comenzó la segunda edición del Club de Música en la Biblioteca. Nos reunimos quincenalmente para hablar de música con Estefanía y Carolina, profesoras de viola en los conservatorios de León y Valladolid respectivamente y componentes del Dúo Casulana, con un objetivo estrella: conocer la música para disfrutarla.

Somos veinte participantes con ganas de aprender a escuchar, acercándonos a los elementos y estructuras de la música, descifrar términos técnicos, descubrir obras y autores para nosotros desconocidos, compartir nuestros temas y gustos favoritos.

En la primera sesión nos hemos presentado y hemos recogido por escrito las expectativas de los participantes respecto al Club de Música. Después de exponer la dinámica de las sesiones, hemos presentado los recursos que podemos encontrar en la Biblioteca: discos, DVDs, libros, partituras y revistas y que serán de gran ayuda para todos por la cantidad y calidad de los materiales.

Carolina y Estefanía, a modo de pequeño taller,  repartieron discos a cada participante para aprender a interpretar y profundizar en algunos de los términos que aparecen en ellos: movimientos,  tempo, escalas y tonalidades.

Estrenamos en este blog nuestro espacio del Club y os invitamos a participar y dejar vuestros comentarios sobre las sesiones del club, noticias musicales, conciertos…