Club de cine Espigadores: El verano, de nuevo

Tras haber caminado con un zombie de la mano de Jacques Tourneur en la sesión anterior, para inaugurar el verano y despedirnos del Club de cine volveremos a Shakespeare y a su noche de San Juan, igual que hicimos el año pasado. Entonces le tocó el turno a La comedia sexual de una noche de verano (1982), de Woody Allen, que ganó una improvisada votación, enfrentada, precisamente, a la película que veremos hoy.

Sommarnattens Leende o Sonrisas de una noche de verano fue la primera película de Ingmar Bergman en darle un galardón internacional , en el Festival de Cannes de 1956.

 Estos fragmentos de las críticas de los espectadores de Filmaffinity pueden servirnos de aperitivo:

«Con inspiración muy libre en “El sueño de una noche de verano” de Shakespeare, Bergman plantea una comedia bufa de enredos amorosos que satiriza la infidelidad y el adulterio. En uno de sus raros paréntesis en los que deja aparcado el asfixiante drama psicológico, el insigne sueco nos obsequia unos diálogos muy sagaces y afilados, cayendo en algunas secuencias en un sarcasmo bastante corrosivo y sin perder la profundidad de análisis, dudas, tormentos, celos y maquinaciones en un juego de aparente frivolidad.»

 «Una película bastante atípica e inesperada en la filmografía bergmaniana, nada menos que una comedia de época, llena de flirteos, aventuras amorosas, adulterios y demás ingredientes del vodevil clásico. Pues bien, lo que convierte, sin embargo, a esta película en toda una obra maestra es que dentro de su tono de pillería y picaresca, de su reguero de dormitorios e infidelidades, se esconden unos brillantes diálogos, a la par que la espléndida mixtura entre frugalidad, carnalidad, sensualidad y melodrama que transpira, envuelta en una fotografía maravillosa del operador Gunnar Fischer. Y además es un film muy divertido, dónde todos los personajes encuentran, dentro de la sempiterna imperfección del mundo que plantea Bergman, lo que más se aproxima a su felicidad perfecta y temporal.»

 Las palabras «comedia» y «Bergman» parecen excluyentes. ¿Será verdad?

Vamos a comprobarlo este jueves, 22 de junio, en el Salón de actos de la Biblioteca Pública, a las 19:00h

Objetivo: Tráfico

Se acerca el verano y con él la operación salida de vacaciones. Cuidado con el tráfico por carretera, mar y río. Mirad bien por los retrovisores, no os vayáis a encontrar con alguna sorpresa como las que nos proponen los miembros del Club de Fotografía en este mes dedicado al Tráfico.

  1. Tráfico marítimo / Isidro Cuesta
    2. Zig zag / Tomás González
    3. Anochece / Rosi Casares. Primer clasificado
    4. Frente a frente / Gerardo Nieto. Tercer clasificado ex aequo
    5. Stop / Alejandro Caño. Segundo clasificado
    6. Tráfico de carretera / Isidro Cuesta
    7. De viaje / Rosi Casares
    8. Paso de cebra / Alejandro Caño
    9. Cruce / Gerardo Nieto
    10. Carril bici / Tomás González
    11. Tráfico fluvial / Isidro Cuesta
    12. Colectivo / Tomás González

13. Pingüinos / Gerardo Nieto. Tercer clasificado ex aequo
14. Reportero / Alejandro Caño
15. Luz al final del túnel / Rosi Casares

Tertulia flamenca: Capuletti, el despertar de un artista y de un flamenco

José Manuel Capuletti, «enorme pintor, dibujante extraordinario, en cuya obra tiene una importancia fundamental el flamenco». Motivo para estar presente en la Tertulia Flamenca, de la Biblioteca Pública de Valladolid; penúltima Tertulia de la temporada (La despedida será el 23 de junio, con la habitual fiesta).
Capuletti, también o además, por haber nacido en Valladolid, en 1925; una ciudad que ha dado poco, pero interesantes nombres al mundo del flamenco (La Revista Zoco Flamenco dedicará un artículo, en su número de junio, al flamenco en Castilla, nos avanzó Enrique Miralles, conductor y ponente de la Tertulia, en general, y de Capuletti, en particular; los entrecomillados son suyos).
Ya hemos dado algunos nombres aquí, el conocido de Vicente Escudero, el de Pepe Montoyita y sus hermanos; también el del crítico y autor de libros de flamenco, Ángel Álvarez Caballero; recientemente el de Rodolfo Otero; Mariemma; la Rubia de Málaga, que recordó hace poco Pedro Sanz, implicado en su descubrimiento vallisoletano (pronto la traeré por aquí), entre otros y otras; aparte de una larga tradición de aficionad@s flamenc@s, aportando lo suyo a la difusión del flamenco como hizo el vallisoletano Fernán A. Casares fundando el tablao Zambra, en 1954, en Madrid.
La relación de Capuletti no sólo está en su famosa serie de retratos de artistas flamencos; también en portadas de discos, carteles para festivales y en decorados para ballet españoles o de baile flamenco -«para él el baile era pintura en movimiento»-, por donde empezó a darse a conocer.
Primero para la Compañía de Pilar López. El pintor vallisoletano entra en contacto con la hermana de La Argentinita en una actuación de esta en Valladolid y realizará la escenografía de un par de sus obras. Segundo, con la compañía de José Greco. «El bailarín veía a un muchacho en el teatro», cuenta Enrique, «que no paraba de dibujar durante toda la actuación; se dirige a él, le gusta lo que hace y le contrata».
Y saldrá de gira con José Greco, fuera de Valladolid y de España, por primera vez. Esto ocurre en la década de los 40, del siglo pasado. Capuletti es un veinteañero -nace en 1925-; hijo de un padre peluquero con local propio (Peluquería Lillo) en zona céntrica de la capital, la Calle Santiago; su afición por la pintura y el dibujo empieza en la infancia; y en la adolescencia, su afición por el flamenco, con amistades como «la de un personaje del que no se tienen muchos datos, El Tufo; debía ser un cantaor bastante purista». Estudiará Capuletti en el Instituto Zorrilla y después en el Colegio Lourdes, este de curas, uno de los varios que había -y hay- en esta ciudad -y otros tantos de monjas-; ahora, sitúense en aquellos años de guerra civil y postguerra en una ciudad que fue la primera en adherirse a los golpistas contra la República e iniciar la depuración de todo aquello que no fuera católico, apostólico, romano, falangista o fascista; y los curas hicieron su trabajo a través de la educación.
Probablemente el trato de Capuletti -por imperativo familiar- con los de la sotana estimulara su vena artística, entendida como señal de rebeldía, de inconformismo, como el hecho de llevar el pelo largo, en aquellos años, o su atracción por el flamenco. Por lo que este representaba en una sociedad sin opciones más que las obligatorias: lo diferente, lo prohibido, lo mal visto.

Autorretrato

En 1993 el colegio Lourdes dedica una exposición a Capuletti, en plan ‘famosos’ antiguos alumnos; el catálogo se encuentra en la Biblioteca Pública de Valladolid, no prestable, sólo para consulta; al igual que Capuletti: el autor y su obra, de José Carlos Brasas Egido, el texto más completo sobre el vallisoletano con más de 450 páginas, editado  por Caja de Ahorros Provincial, en 1987.
Regresa Capuletti a Valladolid tras la gira con Greco, con una novia, bailarina de la compañía, con la que se casará y será musa de su pintura, Pilar López -no la hermana de La Argentinita. Hasta que decide irse a París, y comenzar a ser el artista que quería ser.

Regresará a España, pero no a Valladolid, sino a Andalucía.