Tertulia flamenca: El baile de los Farruco

«Es arrebatador lo que hace… esa manera de recogerse, de cerrar los puños… en los silencios no adopta posturas esteticistas, se va cargando de la música, de flamenco hasta que explosiona…”. El baile de Antonio Montoya Flores ‘Farruco’, padre, abuelo de una saga bien conocida, que la pasada semana perdía a Pilar Montoya ‘La Faraona’, su hija. Días antes en Utrera se rindió un homenaje al patriarca con la presencia y actuación de toda la familia.

Y unos pocos días antes la Tertulia Flamenca, de la Biblioteca Pública de Valladolid, dedicaba su cita mensual a uno de los grandes bailaores flamencos y sus continuadores, su familia.

Farruco nació en 1935 en Pozuelo de Alarcón (Madrid) y falleció en 1997 en Sevilla, de donde era la familia de su madre, que nació en Ceuta. Su padre nació en nuestra ciudad, en Valladolid, y él y su hermano fueron adoptados por un aristócrata liberal que les proporcionó estudios. Así el padre de Farruco acabaría siendo ingeniero de canales y puertos y entraría en la Academia Militar de Comandante.

Con el estallido de la guerra civil manda, como comandante, un batallón de gitanos y gachés de la 38 Brigada Mixta que defiende Madrid; su mujer cava trincheras. Al terminar la guerra el padre es fusilado y la madre encarcelada en Larache. Tras ser liberada se traslada a Sevilla y comienza la historia de su hijo, un gitano analfabeto, que se convertiría en figura del baile.

La transmisión

La transmisión (Enrique Miralles)

“Un baile alejado del academicismo del siglo XX”, que conoce por haber formado parte de las compañías de Pilar López o José Greco, pero lo que a él le interesa está en el baile de sus ancestros, el que se baila en los patios, en las zambras, en el que se ‘siente’ lo natural, el baile gitano, que se dice.
Vimos vídeos de algunos de sus bailes, por soleá, por seguiriya, con ese físico por el que la mayoría le conocemos, “la antítesis del bailaor de fina cintura”; cantándole Juan Fernández el Moreno, su yerno, o Chocolate, su cuñado. Con sus hijas, Pilar y Rosario la Farruca, y con su nieto Farruquito, quien tomará el testigo de su abuelo, ante el fallecimiento de Juan Antonio, el hijo de Farruco y también llamado Farruquito, por el que el patriarca dejó el trío que formara, en los 60, con Matilde Coral y Rafael el Negro, Los Bolecos (bastones de los tratantes), para centrarse en transmitirle la Forma de su baile. Apuntaba el padre de Farruquito para figura, pero un trágico accidente de tráfico truncaría la prometedora carrera.

“Un hombre chapado a la antigua, representante del baile macho, ya no se ve bailar de costado como hacía él… enemigo de acudir a las academias de baile a aprender porque en ellas no se preocupan de lo esencial: transmitir de manera espontánea y personal”.

Viendo bailar a Farruquito, Farruco, El Carpeta, sus principales depositarios –hay otros, El Barullo, Juan de Juan– surge una cierta controversia entre l@s asistentes a la Tertulia sobre el baile de éstos -“movimientos más rápidos, meten mucho tacón”- y el de su abuelo.

“Se ve su escuela, pero hay una mayor barroquización, les sobran 400 saltos, es un baile más atractivo para el gran público, pero los silencios, las paradas del abuelo… que vayan siendo más mayores y pierdan facultades físicas, que se queden con la médula del yayo”. No reniegan l@s crític@s del baile de los nietos de Farruco, les gusta; a tod@s nos llega. Salimos de la tertulia con la sangre caliente, alboratada, no por la controversia, sino por el baile. Para much@s será una larga y festiva noche-madrugada.

Fuente: Blog Tiempo Flamenco

Tertulia flamenca: Andanadas jaleosas

¡Barahunda! ¡Zarabanda! ¡Zapatiesta! ¡Alboroto! Edgar Neville estaría contento ante la reacción suscitada por su película, Duende y misterio del flamenco, entre los asistentes a la Tertulia Flamenca. El salón de actos de la Biblioteca Pública de Valladolid donde el pasado viernes se proyectó -en una versión subtitulada en inglés (fue difícil conseguir una copia. Y es que no se reedita)- hirvió de pasión. De pasión flamenca.
Provocó una reacción que sólo puede ocurrir entre las gentes de este país, el país del flamenco. Todos hablando a la vez, elevando voces, conversaciones por grupos, ¡fuego cruzado!, mantenimiento numantino de las opiniones, réplicas y contrarréplicas, y risas también. Mucha pasión.duendeymisteriodelflamenco_puertosantamaria

Todo empezó con aplausos al término de la proyección. No era para menos tras ver el baile por martinete de Antonio (una película no es nada sin un buen final; como los conciertos). A continuación, las primeras opiniones a favor y no tanto: «Yo la encuentro un poco folklórica y no colabora a aclararnos. Creo que hace buena la peli de Saura, Flamenco. Flamenco-Carlos-Saura

Y es que Neville -ya sabemos de qué pie cojeaba-, ve el flamenco desde arriba». «Yo creo que es una película digna, para su tiempo. A lo mejor, el error está en el propio título de la película. Pero en ese momento lanza, a través del cine, el flamenco a un nivel de conocimiento general en España y, posiblemente, en el extranjero. Es informativa, tal vez propagandística». «Es un documento y tiene gran valor… Yo he conocido algunas cosas de las gentes que aparecen en la película que ahora no se saben». «Está hecha el año que se quitó la cartilla de racionamiento (1952)». «Es la primera vez que alguien piensa en cómo aplicar el artificio del cine para hacer una película de flamenco, donde este no sea un adorno, un recurso. Y el riesgo que asume Neville, con sus errores, su inventiva le vino muy bien a Saura para su peli «.  «A mí me ha gustado, pero me ha faltado cante» (uno de los pocos momentos en que se produce un acuerdo total en el Club). «No me ha gustado lo de los boleros, la danza española, ¿qué pinta eso ahí?». «La escuela bolera, la danza clásica española está en la base del baile flamenco. Hay pasos, gestos, movimientos que se reconocen… qué bailaor de hoy en día no tiene de esas escuelas».-«El señor último que hemos visto bailar… Todavía no he visto a ninguna persona bailar como Antonio baila ahí. ¡En mi vida! Y he visto bailaores. Ese tío lo borda. Es soberbio. Así que, ¡no fastidiéis! Esta película me ha gustado más que la de Saura».
-«Pues el martinete de Manuel Moneo en la de Saura vale más que toda la película de Neville».
-«¿Y esa gitana vieja bailando en la de Neville?».
-«Ah, esa sí».
«Esa gitana de 16 años cantando por bulerías con su marido y el niño, ¿quién será?». «El chico es Farruco«.
-«Farruco baila mejor que Antonio».
-«Déjame que te diga, que Antonio puede hacer lo que hace Farruco, pero Farruco no puede hacer lo que hace Antonio ahí». Farruco «No tiene argumento, el enfoque está mal y con errores».
-«Lo que vemos es la realidad, que ya no existe; lo primero, porque ya no hay burros ni carretas».
-«¿Lo del entierro es real? Es ridículo esa escena, la gente cantando, con todos esos niños corriendo…».
-«Tú porque eres joven y no sabes, pero en los entierros se cantaba, y si era rico se pagaba a profesionales para que lo hicieran».
-«¿Y la historia del chaval con la cometa? Es floja esa historia ¿no?».
«A mi me ha desconcertado. No creo que esos lugares que aparecen sean los del flamenco. Faltan los lugares más recogidos, domésticos, donde se muestra una cara más profunda del flamenco». «El cine no puede entrar en el cuarto de los cabales». «¿Cómo que no!». «Los escenarios son falsos yo no he visto nunca bailar en un barco». «¿Y ese taconeo sobre las mesas? ¡Si canta con los pies! No me…».

Fue una media hora intensa. Un baile de opiniones y comentarios, vertiginoso, en muchos momentos, exaltado, serio y alegre. Un gozoso alboroto, dentro y fuera. «Yo me voy contento, he empezado el año divino con esta película». «Es una mala película». «¿Viste a Chano Lobato haciendo palmas a Aurelio Sellés?». Así somos. Nos vemos dentro de 15 días. En las minas. O en el recital de José de la Tomasa (se avisará).

(No quisiéramos irnos sin citar un libro, que para eso el Club Flamenco se reúne en una biblioteca, y pública. Es la reedición por parte de Editorial Rey Lear, en 2006, de seis artículos que publicara Edgar Neville en distintos medios -prensa, revistas-, publicado originalmente por la librería anticuaria El Guadalhorce, de Málaga, en una edición limitada de 200 ejemplares por Ángel Caffarena, en 1963. Como nota curiosa, el autor de la portada de esta reedición -esta que tenéis aquí arriba- es el dibujante de cómics, Miguel Ángel Martín, lo más alejado del flamenco que uno se pueda encontrar como tecno industrial y otro material musical extremo. Otro flamenco que no sabe que lo es).

Fuente:http://tiempoflamenco.blogspot.com.es/