Club de Música: Compositoras en la Edad Media

A chantar m’er de so qu’ieu non volria (Ahora deberé cantar de lo que no querría) de La Condesa de Día. Pilar Figueras y el Clemencic Consort

Esta pieza atribuida a la Condesa de Día, pudo ser Beatriz de Día, nos acerca a la música trovadoresca de la Edad Media. Las trobairitz o mujeres trovadoras eran, en su mayoría nobles que se dedicaban a escribir poemas de variada temática, así como la música para los mismos. Empleaban la lengua de Oc, que era la que se hablaba en el sur de Francia, en el noroeste de Italia y en el noreste de España. Estas canciones resultantes eran piezas monofónicas que solían pertenecer al género Cansó –canción de amor- o Tensó –canción de debate-. Es importante señalar que los trovadores y trovadoras eran normalmente sólo compositores, pues su música la interpretaban instrumentistas y cantantes que eran conocidos como juglares o juglaresas.

A chantar es una canción sobre el amor no correspondido. Consta de cinco estrofas de siete versos cada una, más un pareado final. Todas ellas tienen la misma música. Es una de las únicas obras de trobairitz de las que se ha conservado el texto y la melodía. En esta versión interpretada espléndidamente por Pilar Figueras acompañada por el Clemencic Consort, destacan los interludios instrumentales, –que probablemente también se dieran en la Edad Media-, donde podemos escuchar una fídula, una flauta medieval de madera, un salterio, un rabel y un pandero.

Ordo Virtutum de Hildegarda von Bingen. Vox Animae

Ordo

¿Quién fue Hildegarda von Bingen? Sólo una paupercula forma feminea –pobre forma femenina-, como gustaba de llamarse a sí misma.  Consagró su vida a Dios desde los 8 años y a pesar de tener una vida enfermiza, compuso muchas obras musicales, escribió numerosos libros de diferentes temáticas y además ilustró estos con hermosas miniaturas. En Scivias -conoce los caminos-, uno de sus libros más conocido, narra las visiones que tuvo a lo largo de su existencia.

La pieza que os recomendamos de esta compositora, es el drama Ordo Virtutum –el orden de las Virtudes-. Constituye una obra musical muy completa y se la considera uno de los primeros dramas litúrgicos de la historia de la música. En ella se narra cómo el alma humana se debate entre el bien, personificado por 16 virtudes, y el mal, encarnado por el demonio. Comprende, a nivel musical, 82 melodías y en ellas vamos a percibir cómo Hildegarda emplea casi siempre un canto silábico y neumático. Llama la atención la declamación hablada del demonio, que pone de manifiesto su separación de Dios y del carácter divino de las virtudes.