Club de Música: El cuarteto de cuerda en el Clasicismo

Cuartetos op. 1, nº 1-4 de Joseph Haydn. Kodaly Quartet

HaydnEl cuarteto de cuerda fue uno de los géneros musicales que más se cultivó durante el Clasicismo musical, desde 1750 a 1800. Aunque Haydn no compuso los primeros cuartetos, sí que podemos considerar que sus obras para esta agrupación constituyeron la base que sirvió de referente para numerosos compositores del momento como Hoffstetter, Pleyel, Mozart o Beethoven.

Haydn, que desde pequeño demostró dotes para la música, fue un ejemplo a lo largo de su vida de los ideales de la Ilustración por su buen carácter, su piedad y su generosidad. Tras recibir clases de composición del maestro Nicola Porpora llegó a componer más de 80 cuartetos de cuerda, en los que supo dar a cada instrumento, (violín primero, violín segundo, viola y chelo), su propio papel protagonista, especialmente en algunas series de sus cuartetos como el opus 20 o el opus 33. Sus melodías gustaban al gran público de diferentes países. Especialmente en Inglaterra y España era considerado una celebridad y recibió contratos de la nobleza y la aristocracia de ambos países.

El cd que os recomendamos incluye el que parece ser su primer cuarteto, el op.1 nº 1, que lleva el sobrenombre de “La caza”. En él podemos apreciar muy bien la estructura ternaria del mismo, (exposición, desarrollo y reexposición) y las melodías cantabiles, tan propias del Clasicismo. El tema principal que abre la obra  –iniciado por todos los instrumentos al unísono, de ritmo ternario y formado por un antecedente y un consecuente-, nos sirve de ejemplo para apreciar la importancia de las melodías en este período musical. Esas melodías, que atraían y siguen atrayendo al gran público, se sustentan con  acompañamientos de notas repetidas,  muchas veces otorgados a la viola y al violonchelo. Así lo observamos sobre todo en este primer Haydn que tanto fue evolucionando a lo largo de sus composiciones, pero que no dejó de mantener su sello personal en todas ellas.

Cuarteto en do mayor nº 19, K. 465 de Wolfgang Amadeus Mozart. Hagen Quartet

Haydn y Mozart fueron algo más que maestro y alumno. Ambos compartieron amistad e incluso tocaban juntos cuartetos de cuerda: Haydn y Dittersdorf al violín, Mozart a la viola y Vanhal al violonchelo. Uno de los cuartetos que interpretaron en la época estas grandes figuras del Clasicismo, se conoce con el sobrenombre de “Disonancias”.  Es el último de los seis que Mozart escribió entre 1782 y 1785 en homenaje a Joseph Haydn. Se dice que los compuso tras escuchar los “Cuartetos rusos” op. 33 de su maestro y amigo.

Esta obra resultó especialmente polémica en la época y algunos autores como Giuseppe Sarti publicaron ataques contra ella, describiendo las secciones como bárbaras, execrables y lamentables. Fetis incluso editó una revisión del inicio del cuarteto, insinuando que Mozart había cometido errores.

En esta soberbia interpretación del Cuarteto Hagen, podemos apreciar cómo Mozart otorga papeles relevantes a todos los instrumentos, mostrándose una gran evolución frente a sus primeros cuartetos para cuerda, donde el violín primero casi siempre llevaba el protagonismo.  Destacar en el primer movimiento la introducción cargada de disonancias que no se resuelven hasta el comienzo del Allegro, donde aflorarán  3 temas contrastantes dentro de la estructura ternaria del mismo. En el segundo movimiento, los diálogos entre violín primero y chelo se constituirán como los pasajes más expresivos del cuarteto. Un minueto y su contrastante trío en modo menor, darán paso a un cuarto movimiento lleno de vitalismo y fuerza en todos los instrumentos, pero donde el violín primero ostentará el papel protagonismo la mayor parte del tiempo.

Tertulia flamenca: Cádiz, capital del cante

Una roca metida en el mar, como un apéndice de la península, como una isla que no quería serlo: Cádiz, punto de idas y venidas y viceversa. Hasta allí se fue, o desde allí se vino la capital que nombra a toda una provincia andaluza, la Tertulia Flamenca, de la Biblioteca Pública de Valladolid, para continuar su recorrido geográfico por los enclaves principales del flamenco y detenerse en uno de sus puntales.

Antes hubo que acordarse, una vez más, de otra baja en el mundo flamenco, Félix Grande, «poeta, aficionado al flamenco y amigo de los flamencos, autor de uno de los libros más bellos que se han escrito sobre este arte, Memoria del Flamenco, dijo Quique Miralles, guía en este viaje a tan especial tómbolo.

Ciudad-de-Cadiz-en-1812Punto importante del tráfico y el comercio marítimo desde siglos y siglos, ciudad rica, cosmopolita, talante liberal, luchadora, flamenca. «Tercios cortos, predominio del ritmo, escasez de lamentos, concentración emotivo expresiva, contención de sentimientos, equilibrio constructivo del cante, utilización de recursos propios (salidas, remates, trabalenguas…)», peculiaridades señaladas por Catalina León Benítez en su libro, El flamenco en Cádiz (Editorial Almuzara, 2006), y más en lo que antes contara Fernando Quiñones en De Cádiz y sus cantes (Seix Barral, 1964 -se sigue reeditando-).

aerea-cadiz-ciudad-antigua-europaLa información es abrumadora y eso que sólo se citan nombres relevantes: El Planeta, El Fillo, Paquirri el Guanté, El Tío José el Granaino, Romero el Tito, Pepa de Oro, El Viejo de la Isla, María Borrico… Enrique el Mellizo…, los que van a configurar el cante.

Topamos con los misterios de origen, algunos resueltos (se citan los hallazgos de Bohórquez sobre El Planeta, o lo que aporta El Afinador de Noticias; y no son los únicos), las anécdotas, las leyendas (los fardos de letras que llegaron a Cádiz), las historias que otros han contado sobre aquellos que hicieron el cante tal y como le conocemos. Más nombres: Aurelio Sellés, Ortega el Viejo, Pericón, La Perla, Manolo Vargas… Canalejas de Puerto Real, El Flecha, Chano Lobato, Chaquetón, Macandé, El Niño de Barbate, Ignacio Espeleta…

Y escuchamos a algunos de ellos, a Aurelio, a Pericón con la malagueña de El Mellizo, a Ramón Medrano y las cantiñas de Las Mirris, Pansequito, Camarón; y a otros que sin ser gaditanos hicieron sus cantes como si lo fueran: Rafael Romero el Gallina por mirabrás… Más que una ciudad, Cádiz es un universo y nos deja un tanto serios.

Sierra 1De repente, en los vídeos que se están proyectando se cuela Jerez -«aún estando tan cerca una ciudad de otra sus formas de hacer y vivir el flamenco son diferentes»- y asistimos a una fiesta por bulerías con Juanillorro y varios viejos, cantando y bailando. Es como pasar de una clase teórica a una práctica, y se agradece. El cante del Tío Mollino cierra la Tertulia y nos vuelve a situar en la contemplación de una ciudad cuyo mero nombre nos llena de cante, de ensoñaciones, de recuerdos. Estamos en Cádiz y Cádiz está aquí.

Al principio de la Tertulia se proyecta un fragmento de Un vogaye andalou, documental dirigido por Jana Bokova en 1990, en su parte dedicada a Cádiz. Aparece un joven Santiago Donday y Juanito Villar, éste en uno de sus cantes dice: «Entré por Valladolid / salí por calle la Sierpe…». Y Pedro Sanz nos adelantó los contenidos de la próxima edición, la once, de las Jornadas Flamencas de esta ciudad, para la primera semana de junio, de la que informaremos más adelante, pues no está cerrada del todo; se barajan nombres como los de Ortiz Nuevo, Gema Caballero, Jeromo Segura, El Pele ¿Poveda?. Idas y venidas, como la del ‘hombre pez’ que se lanzó al mar desde su Liérganes natal para terminar siendo recogido en la bahía de Cádiz; otros santanderinos viajaron por tierra hasta el sur para trabajar en la salazón y quedarse allí regentando tabancos; y Pericón contaba que una noche Manuel Torre y Enrique el Mellizo se encerraron en cuartito y cantaron por montañesas, con gran éxito. Y es que los flamencos son unos ‘chorizos’, que toman de aquí y allí y lo hacen propio. O como en los carnavales de Cádiz, «el que entra en ellos le imprime un carácter… para toda la vida».

La próxima cita de la Tertulia flamenca será el día 21 de marzo, a las ocho de la tarde, con dirección: Triana.

Fuente: http://tiempoflamenco.blogspot.com.es/