Tertulia flamenca: Los (cuentos) y cantes de Enrique Lozano El Pescao (2)

«Yo estoy hecho, pero hay que tumbar». Así decía Enrique Lozano el Pescao a su guitarrista Liroy en el regreso al salón de actos de la Biblioteca Pública de Valladolid tras un intermedio. De lo sucedido hasta entonces hemos hablado en la anterior entrada. Una primera parte para tomar contacto, mostrar su persona, su decir y pensar e ir templando su cante, el que sería principal protagonista en la segunda parte de su comparecencia en la Tertulia Flamenca

El PescaoLas ‘historias’ de este contador a la manera gitana quedaron reducidas a un par de anécdotas y teorías (como la de que las barras estrechas de los bares «deforman a las camareras»: barras grandes, por favor). «Como siga hablando, no canto», dijo y se puso con el cante para acabar lo empezado, agradando, y mucho, a l@s presentes, estableciéndose un ambiente de cordialidad, de ‘cuartito’ casi, que es lo que parece propiciar Enrique con esa forma tan personal suya de estar, ser y hacer el cante, libre, dejándose llevar, tomando maneras de otros -algunos les había criticado antes por no ser muy flamenco-, fiel a lo que dijo de, «para cantar flamenco te tiene que doler la tripa». Casi un iconoclasta, porque respeta a algunos maestros, pero muy pocos.

Empezó por sevillanas y tientos con unas letras dedicadas a toreros. Sólo tres, José Tomás, Rafael de Paula y Curro Romero. A este último le señaló como «gitano», lo que motivó una respuesta por parte de uno de los presentes, Paquillo, al terminar los cantes:
-El Curro Romero no es gitano.
-Es cuchichí -respondió Enrique- ¿sabes lo que es eso?.
-Yo creo que tampoco.
-Entonces, tiene el garlochí gitano.
Risas arrancó este diálogo, que reforzaba aún más la complicidad entre cantaor y asistentes. Siguió por bamberas, «aquí me voy a complicar ya». Al término de la cual habló sobre las bodas gitanas, de cantes que están como prohibidos como «las pertenencias», en referencia a la petenera, que no nombró, pero sí cantó a palo seco.
Dijo que iba a hacer a continuación una granaína, pero se desvió -«esto de dormir en casa de la hermana y que la hermana tenga una niña que es un cerebrito y se levante a las seis de la mañana… no duermo»-, para hablar de «una sevillana que hace, hacía, hizo… y yo el primer día que la escuché, con unos amigos en Madrid, pintores como Manolo Quejido, Antón Lamazares, que lo tenían en cinta (cassette); grábamela, le dije, y me la graba; grábala otra vez, y le hice grabar la sevillana cinco veces. Y es una sevillana que hace Camarón de la Isla, pero esa sevillana que hace Camarón de la Isla vale por 200 seguiriyas. Cómo la canta. Te regala años, años».
-¿Cómo dice, Enrique, cómo dice? -pregunta Miguel
-«Me voy a poner unos zapatitos…» -recita Pedro (luego contaría, que no ha vuelto a escuchar estas sevillanas, porque le vencen los sentimientos).
Y cantó Enrique no sólo esta sevillana («Toma que toma»), sino las otras tres que Camarón cantara en su testamento cinematográfico.

El PescaoLos aplausos eran cada vez más cálidos, intensos, entregados. Alguien dijo, «vamos, Liroy«, haciendo justicia al toque del guitarrista. Siguió el palentino con una larga tanda de soleás, que remató con una letra suya dedicada a Camarón:

Pongamos que hablo de Camarón
su voz era un misterio
que fecundó los lienzos de la vida
con rasgos que nos daban
den-te-lla-das
en el alma

Un remate, muy sui generis, que le llevó a decir, «he hecho la soleá más compistiloide del mundo». Prosiguió por fandangos, y ya al límite del horario del cierre de la Biblioteca, tras casi una hora en esta segunda parte, terminó por seguiriyas, «si llego». Y llegó, y también a nuestros corazones, por así decirlo y resumir una tarde de gran disfrute, de buen flamenco. Más cerca del goce que de lo placentero, y que se prolongaría una vez fuera de la Biblioteca, con más cante, igual ambiente. Gracias, Enrique Lozano el Pescao.

El PescaoPescao8

Fuente: http://tiempoflamenco.blogspot.com.es/

Tertulia flamenca: Los (cuentos) y cantes de Enrique Lozano El Pescao (1))

Si esto fuera un periódico la comparecencia de Enrique Lozano el Pescao en la Tertulia Flamenca, de la Biblioteca Pública de Valladolid –la última del 2013-, dejaría varios titulares: “Para cantar flamenco uno tiene que ser gitano”; “El 99,9% de los cantaores cantan todos igual”; “Para cantar flamenco uno tiene que tener un corazoncito de verdad”; “Yo, por de pronto, ando mejor de rodillas que de pelas”; “Acepto la fusión, siempre que haya un cantaor”; «¿Qué tres cosas me llevaría a una isla desierta? Tres mujeres”…

El Pescao

Y esto sólo de la primera parte de su charla-recital, hasta que hizo un intermedio, “tal vez para tomarme una copa, porque esta agua…”; para continuar y ofrecer un total de dos horas -y otro tanto, después, en familia, tras cerrar la Biblioteca- a un auditorio más lleno que en otras ocasiones.

El cantaor palentino estuvo generoso, entregado, respetuoso e irreverente, provocador, exagerado, teatral, cuentista, tierno, bromista, cabal, gitano 100%. Trajo sus verdades y su cante de verdad, según su entender, hacer y vivir.

“Desde que se le propuso venir aquí, Enrique ha estado encantado con la idea de estar con los aficionados de Valladolid. Ha recorrido un montón de sitios, es un cantaor reconocido, no siendo andaluz, sino del interior, gitano. Tiene su propia vivencia del flamenco porque ha vivido y piensa”, expuso a modo de introducción nuestro factotum de la Tertulia, Quique, agradeciendo a la directora de la Biblioteca Pública de Palencia, María José, la mediación a la hora de contactar con Pescao.

El Pescao con el guitarrista Liroy

El cantaor vino acompañado de un joven guitarrista, Liroy, para quien tuvo muchas palabras de elogio: “Después de andar con un montón de guitarristas, le escuché y dije: aquí me planto. Creo que toca como los ángeles, sin haber ido a una escuela, ni haber estado en Jerez de la Fontaneira. Él ha estado en su casa, escuchando al monstruo de todos los tiempos, Paco de Lucía, y al otro monstruo, Camarón; y de ahí ha ido haciendo un algo. Pero yo sé que me entiendo con él y, además, los dos somos de Palencia. A mí se me clava en el alma su toque”.

Y empezaron por soleá, y luego, por malagueñas. Empezaba a ganarse al auditorio, Enrique, quien ya había puesto en estado de agitación los pensamientos y sentimientos de l@s presentes con sus palabras más que con su cante, en el que iba templándose.

Habló de otros guitarristas, alguno allí presente, de cómo aprendió compás con un guitarrista de Salamanca; de los tiempos en que “me asomaba al balcón del flamenco”; de cuando empalmaba noches de fiesta con aficionados –recordó a unos cuantos vallisoletanos- y la entrada a su trabajo en una delegación de muebles: “En aquel tiempo yo no tenía ni santísima idea del flamenco, ¡no metía el cante! Yo tenía una voz, y la gente decía, es un monstruo. Y yo sabía que no sabía… y les gusta. Pero me daba unas palizas enormes. Y empecé a investigar, a mi manera. Y hoy, no sé si me he pasado, pero vuelvo loco a los guitarristas”.

El Pescao

Pedro, de la Tertulia, aprovechó un respiro en la charla del cantaor para citar a un guitarrista nacido en estas tierras, Araceli Vargas, y hacer una reflexión sobre que, “en esta tierra el flamenco suena distinto, y en tu disco –Gitano de tierra adentro– aquel cante por seguiriyas tiene una dureza que no la visto por ahí. Ese cante fue tema de conversación en una reunión, hace años en el Festival de Las Minas, con personas como Paco Vargas, Bohórquez, Gamboa, Pencho Cros, y nos preguntábamos, y te pregunto, ¿qué es de este cantaor que tenía que tener mando en plaza, que tenía que estar ahí arriba?”.

“A mí me ha pasado lo más maravilloso, estar cantando para ustedes. Yo, para cantar ahí arriba tenía que haber pasado por lo que está pasando un montón de gente, y yo no paso por ahí. Me gusta estar aquí, tengo mis conciertos, voy a ganar dos perras, dos, pero voy a ganar: Me voy a hacer más grande, porque me gusta cantar para la gente”.

Contó historias, vivencias y experiencias, puso ejemplos y “comparancias” como si fueran cuentos, con embrujo de cuentista gitano; dictó sentencias, y si algunas no llegaron a causar malestar fue porque estaban dichas con un punto de alegría, con ‘gracia’; acompañadas de una teatralidad tal que un actor, un caricato, que anulaba lo que podía ser desprecio. Desde su pasión por lo jondo. Dio explicaciones, incluso fue didáctico; entró siempre al trapo porque, “sin confrontación no hay diálogo”.

El PescaoUna larga charla la de El Pescao, que puede resumirse con estas sus palabras: “Para cantar flamenco uno tiene que ser gitano, y si no es gitano es haber jugado al escondite con el hambre; y si es así, un quejido por siguiriyas le da el hambre”. Palabras que despertaron definitivamente los sentimientos, ensancharon el alma, que se dice, y condujeron al final de una primera parte con un cierre por tarantos, con dos letras suyas: “Una la hice un día que estuve cantando con Carmen Linares en Barruelo (Palencia), pueblo minero; y la otra se me ocurrió hace cosa de unos dos meses. Hay un concurso de letras de las minas y a mí me gustaría llevarlas a ver qué dicen, porque como el premio ya está dado, sólo para que a alguno le revuelva las tripas”. Y cantó (la métrica es mía):

Un pozo en Barruelo ha
Que le llaman el Calero
Ha acabado con muchas vidas
Entre ellas las de mi padre, ay,
Pero a mí no me intimida
Ay, en el hoy de una mina
Había un hombre malherío
Y a mí me dijo, muy frío,
Que mira si soy minero
Me estoy muriendo y me río.

Tertulia flamenca: Utrera y Lebrija, familias flamencas

Los Perrate, los Pinini, los Peña, los Bacán, los Valencia, los Vargas, los Fernández… familias flamencas que se concretan en nombres como La Serneta, Juaniquí, Fernanda y Bernarda, Miguel el Funi, Tomás de Perrate, María la Perrata, El Lebrijano, El Charruá, Pepa de Benito, Inés Bacán, Rosario la del Colorao, Pedro Peña, Dorantes, José Valencia, Bambino, Curro Malena, Enrique Montoya

Una larga lista de nombres, de mujeres y hombres dedicados al cante, principalmente, con un lugar geográfico común, las localidades sevillanas de Utrera y Lebrija. Lugar a donde se transportó la Tertulia Flamenca en esta su tercera temporada, en su lugar habitual la Biblioteca Pública de Valladolid

 
Hay datos sobre su llegada, a mediados del siglo XVIII, a dichas localidades del campo sevillano y alrededores (Alcalá de Guadaira, Morón…). En la Tertulia se habló de una fecha: 1749, cuando Fernando VI manda ejecutar la ‘Gran Redada’ o detención de todos los gitanos del reino de España, «con una idea de exterminio», al separar a hombres de mujeres y niños, «para que no continúe su procreación».
Huyendo de esta persecución llegarían a estas tierras, donde serían bien recibidos por los terratenientes de la zona para tener mano de obra esclava, -después llamada, barata-, situación mantenida hasta bien entrada la primera mitad del siglo XX.
 
 
Mediante matrimonios, mediante el trabajo se establecerán conexiones familiares y geográficas -el eje Tiana-Utrera/Lebrija-Jerez- y se mantendrá, a través de la transmisión oral, el conocimiento de un flamenco pretérito, que devendrá en clásico.
«Lo que caracteriza estos cantes son sus formas y maneras, los tiempos: cantar despacito, respetando el compás, una dicción perfecta, de recrearse en las letras… Los recursos interpretativos jerezanos de repetir las sílabas de una manera acelerada, eso no se ve en Utrera… Se dice que el cante de Jerez es rápido; el de Triana, templado; el de Utrera, lento… Los palos que los caracterizan son el romance, la alboreá, las cantiñas o alegrías y la soleá», los compañeros de la Tertulia comienzan a hablar, a dar datos, aportar conocimientos, plantear interrogantes.
 
 
«¿Tendrá que ver en estos cantes la influencia de las faenas del campo?, ¿que las fatigas de esas faenas agrícolas realizadas en durísimas condiciones ralentizaran estos cantes?». No había guitarras -porque no había dinero- que acompañaran el cante de estas familias… se puede contar con los dedos de una mano quienes se dedicaron al flamenco de profesional… En este hablar se intercalan vídeos de los protagonistas (1: familia Pinini;  2: Perrate de Utrera y Diego del Gastor, ambos tomados de la serie Rito y geografía del cante).
Tanto las labores del campo como el mantenimiento de palos troncales del flamenco (añádase bulerías, seguiriyas) atraerá a cantaores de otras zonas andaluzas. De Jerez llegará El Chozas o Turronero; Antonio Mairena o Juan Breva recrearán las soleares utreranas y lebrijanas (especial mención a las de La Serneta y Juaniquí de Lebrija, cuya choza en El Cuervo era lugar de peregrinación para los artistas). Y también tomarán las familias de Utrera y Lebrija saberes e influencias de Jerez o Triana.
«La soleá es un cante encerrao, de cantar para adentro, que es cuando un cantaor canta bien; la soleá es como rezar»… «Son muy heterodoxos (los de Utrera y Lebrija), al cante por bulerías incorporan coplas populares del momento; una soleá puede acabar por alegrías o los fandangos tener el aire de la soleá…».
Termina este retorno al Club Flamenco con imágenes de Fernanda y Bernarda, de Miguel el Funi cantando y bailando por bulerías, el sentir, la fiesta. ‘Calentitos’ salimos a la fría calle, a seguir una charla que, como siempre, da para más; que abre nuevas intuiciones y aporta otros saberes; que se mezcla con otros discursos, con otros alternes, que anuncia celebraciones.
 
Tu cabello y el mío
se han enreao
como las zarzamoras
por los vallaos
(cantiña del Pinini)
 
 
 
 

Tertulia flamenca. La fiesta

«Hemos tenido la satisfacción de la colaboración y participación de todo el mundo, lo cual nos da pie a continuar…». Enrique resumía con estas palabras lo que han sido estos dos años del Club Flamenco, de la Tertulia Flamenca, que se ha venido realizando en la Biblioteca Pública de Valladolid. Hizo balance, expresó agradecimientos y recordatorios en el cierre de este segundo año, celebrado ayer viernes con un elemento consustancial al flamenco: La Fiesta. Y se contaba con cantaores, tocaores y espontáneos, de estas tierras, así como la presencia de hombres y mujeres en un ambiente de participación, de colaboración, de juerga.

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«Juerga se hace derivar acertadamente de huelga. En verdad, desde el punto de vista conceptual, no es más que eso; vale decir, la libertad que da la huelga, la libertad excitante que brinda el no hacer nada. El juerguista personifica a la postre un trabajador en holganza, un huelguista intransigente, un parado crónico» (Anselmo González Climent).
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«El flamenco supone una creación colectiva a tiempo real con el único fin claro o visible (no el único fin) de permitir la conversión del momento concreto en fiesta. Cada fiesta es idénticamente distinta a cualquier otra fiesta, pero todas surgen del mismo marco… se establece una continuidad con el pasado a partir, por una parte, de la repetición (repetirse significa expresarse con continuidad en el tiempo), y, por otra, de lo que se podría identificar con una diferencia o mejor, aún, con una ganancia, un acrecentamiento» (La Voz de Tus Muertos).
Paco se arranca

«Para mí, que estoy en primero de primaria de flamenco, la Tertulia es un lugar de encuentro de gente a la que nos gusta el flamenco, con una actitud bastante abierta y al mismo tiempo formal, cabal. Tanto unos como otros de una forma muy sentida. Ha sido un rato de pasárselo bien y de aprender» (Juan, uno de los del Club).
P1010705P1010707Cada un@ contribuyó al mantenimiento, al apoyo logístico y gastronómico -imprescindible éste para el desarrollo de la Fiesta-, de forma abundante, generosa, variada.
P1010714P1010715«A mí me ha sorprendido lo que sabe la gente del Club de flamenco, han oído muchísimo, leído, vamos, que están muy metidos en el flamenco. Es una pasión» (Emma, también de la Tertulia).
P1010716P1010717P1010723Aficionad@s de todo tipo y condición, veteranos y otros que lo serán, juntos en el patio de la Biblioteca (que regaló un sonido natural, de lujo). Y el recuerdo presente de quienes no pudieron estar, con especial mención para Pascual, que nos dejó en febrero: «Un aficionado cabal, mamó el flamenco desde niño. Y tuvimos la suerte de escucharle la última vez que cantó. Y estuvo sublime. Era un aficionado que cantaba muy largo y además bien; un estudioso, se preocupaba. Y admitía la crítica. Y esto te hace sentir el flamenco de otra manera» (Miguel).
P1010720P1010724P1010729Llegaba el momento de, en palabras de González Climent referidas a la juerga, «la fecundidad del desorden», «el despilfarro flamenco», «la anarquía de la plasticidad psicológica y artística del flamenquismo», «donde nunca se sabe cómo y cuándo, se pasa de la bastardía a la pureza, caprichosamente, a modo de tránsito misterioso».
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Final de Fiesta en la Biblioteca con los chicos del Taller Flamenco, con todos los que antes habían cantado y tocado y bailado, jaleados por l@s allí presentes… «Muy bien, muy bien… guapa, eh, estábamos algo falto de esto, de soltarnos… ha habido ahí más arte que en el barrio Santiago… vamos a tomar un vino, un café ¿no?…». La Fiesta continuó, continúa.
Más información sobre el flamenco en http://tiempoflamenco.blogspot.com.es/

Tertulia flamenca: Entre tod@s

Llegamos al final de la Tertulia Flamenca. A su segundo año. Y ahí estábamos, en la Biblioteca Pública de Valladolid, de nuevo sobre lo mismo: ¿Qué es el flamenco?. Esta vez, o una vez más el detonante volvió a ser Camarón de la Isla.
Nos habíamos reunido para presentar el disco elaborado entre l@s asistentes al Club y comentar los cantes propuestos e incluidos en el cd, con este regalo de portada-contraportada obra de Jesús Gigosos, un retrato de much@s de tod@s nosotr@s (él también).
La leyenda del tiempo abre la recopilación. Y ahí empezó todo. El tema recurrente, no sólo en la Tertulia, sino desde que el flamenco es flamenco, el tiempo es tiempo o Camarón es Camarón, y que si te dejas llevar puede derivar hacia, «el Arte de la Pureza o la Pureza del Arte». Lo que sucedió, el tono, ambiente en que transcurrió el debate, lo resumió Pedro (el otro, el peluquero, anda pachucho) en una frase: «El flamenco es pasión».
Por el resto de cantes seleccionados se puede comprobar que en la Tertulia se guardan, mantienen las esencias del flamenco:
Antonio Piñana – Santonera
Carmen Linares – Soleá Apolá
José Menese – Garrotín
Pepe de la Matrona – Cabales de Silverio
Dolores Agujetas – Siguiriya
Fosforito – Bamberas
Antonio Mairena – Siguiriya del Planeta
José Menese – Caracoles
Camarón de la Isla – Fandangos
Paco Toronjo – Cané Valiente de Alosno
Chocolate –Fandango
El Chozas – Soleares
Tomás Pavón – Martinete y Debla
Tío Enrique Soto – Bulerías
El Negro del Puerto – Cantiñas
Juan Villar – Tientos
Fosforito – Fandangos
Moraíto – Vals y bulería
Una selección, con todos los peros posibles -y  «algo coja», de cantaoras-, pero por ahí han ido las preferencias, en esta ocasión.
Quien seleccionó a Dolores Agujetas comentó que la había visto cantar en Bilbao y había quedado impactada, sobrecogida. Para mostrar al, dicen, otro Camarón -«todo es cante», dixit Caracol– unos fandangos que grabara con Sabicas en un disco de éste, cuando aún el de la Isla no había grabado su primer disco: «Qué voz más preciosa, pura, limpia, qué maravilla. Y es difícil cantar esto», vino a expresar Miguel Ángel.
Fandangos varios, lo que dio a pie a Román para que nos contara sobre sus treinta y pico variantes, el origen morisco del fandango cané -«como lo tiene la caña»- y su relación con las pandas de verdiales, otro cante colectivo, y sobre Paco Toronjo, quien sólo cantaba fandangos, «las bíblicas, como nadie, y sevillanas. No me he emocionado tanto escuchando cantar por fandangos como con él», decía Román, que recordaba un encuentro con el cantaor, «en una cantina, que llegó el hombre ‘alumbrao’, y qué bonito, qué manera de cantar».
-Y ¿hacía por Calaña, también?
-Por todo, Valverdes, del Rebollo, del Bartolo
Terció Berni en dicho recuerdo de aquel «auténtico maestro» del fandango: «Se le murió su hermano, que cantaba muy bien e iban los dos juntos; se le murió un hijo del ‘caballo’, la mujer le dejó por otro. Ya sólo le quedaba el cante».
Y escuchamos a Toronjo, y a Menese -«un valiente»-, y a Tomás Pavón -«así ya no se canta»-, a Dolores, a Diego Clavel -«uno de los que se propuso, pero…»-, a Camarón -y vuelta a empezar: ¿qué es el flamenco?-, y que Antonio Mairena se gastó las 500.000 pesetas que le tocaron en la lotería para conocer los cantes de las familias gitanas; y un libro (Manuel Bohórquez: Tomás Pavón. El príncipe de la Alameda. Editorial Pozo Nuevo. 2007), y nos fuimos con El Chozas, en glorioso trance por soleares.tertu3
Quedó por traer aquí esta portada, obra de Gerardo Vacas, de uno de los discos del Club Flamenco. Hecho está.
«La leyenda del tiempo es como el sol entrando por la ventana».

Tertulia flamenca. Yo, Agujetas

«Irrepetible, heterodoxo entre los heterodoxos, cantaor de la negrura, del escalofrío, del temblor; racial, rancio, controvertido, provocador, anárquico, un genio…». Todo esto y más se dijo de Manuel de los Santos, Agujetas, en la pasada cita de la Tertulia Flamenca en la Biblioteca Pública de Valladolid. Por completo a él dedicada.
Estuvo precedida por la proyección de Agujetas, cantaor, película dirigida por Dominique Abel. A tod@s gustó, interesó, el documental, ópera prima de la directora, «que aprendió flamenco en la Academia de Antonio Gades, y ha sido actriz, modelo, escritora –Camaleona. Ed. Planeta, 1999-, guapa, inteligente, hay que ver su web. Y tiene mucho mérito lo que ha hecho en esta película, que no tiene desperdicio, porque aguantar a Agujetas… Es una película que permanecerá».
Como Agujetas. Del que no se sabe donde nació -«a mí eso me parece buenísimo»-, que canta, «para el mundo». Es el cante jondo y el flamenco, nada de cantes aflamencados, «ni una petenera, como, por otra parte, es lógico». Es la radicalidad, el no hacer concesiones. Comentaba Miguel que le hubiera gustado hacer la selección para el disco que acompaña la Tertulia -20 cantes, y ninguno llega a los tres minutos-, sólo de cantes sin guitarra.
Porque le sobra la guitarra, y lo vimos también en la película donde le acompañaba Moraíto -«perfumada sea su memoria»-, no permite ni lucirse al tocaor, él es el protagonista absoluto. «Cuando tocas para un cantaor metódico tipo Fosforito o Luis de Córdoba, que van llevando el compás, es facilísimo acompañarles porque sabes los tiempos, les vas abriendo y cerrando. Con Agujetas, tienes que estar escuchándole».
«Tal vez sea por eso el acortamiento de los tercios, que los acorta al máximo… Donde mejor se le ve ligar los tercios es en la debla, que la canta por tonás, sin respirar… Con el compás va por donde le da gana… En los martinetes, que tal vez sea por donde mejor cante porque lo vivió, hace los silencios larguísimos… ¿No llama -en el disco de la Tertulia- a un cante, soleá al cambio?, que es mentira, no existe, y vemos que el guitarrista le toca por alegrías -por cantiñas, corrige alguien-, él lo puede hacer…».
«Como todos los artistas, en todas las artes, Agujetas está creando desde que empieza a hacer su arte hasta que termina. Como Van Gogh en la pintura crea colores, formas, se vuelve hasta loco. Agujetas es un artista nato, rotundo, imprevisible… Yo no tengo tan claro que sea un genio, pero pone los vellos de punta… Y qué más importa».
 
Agujetas es el cante con faltas de ortografía, analfabeto, el que nace del lumpen, el que enlaza con las etapas pretéritas del flamenco (Silverio, el Marrurro, Manuel Torre, su padre…), es el flamenco de la tradición oral, el que se transmite a través de la familia, que sigue con su hija Dolores, «un cante tétrico, un cliché de su padre», o su hijo Antonio, que podría haber heredado el cetro de su padre. Es la rebelión contra lo que fue la realidad del flamenco, él ya no iba a cantar para los señoritos, porque, como dice en la película, «soy libre». Después, Camarón -«no se llevaban nada bien»- traería una visión más amplía del mundo, del flamenco. «Es el misterio del flamenco… No me canso de oir a Agujetas«.
«He visto mucha soledad, muy solo a Agujetas en la película… el inicio me recuerda a ‘Novecento’… En ese inicio con el cantaor avanzando hacia cámara desde la lejanía por un terreno llano, árido, tal vez sembrado, cantando a pelo, hasta detenerse en un primer plano de su cara, está condensado todo lo que es Agujetas y la mirada, el sentido, la poética de la película y de su directora, realzado por el blanco y negro, el color de lo imaginario, de los sueños… me gusta el juego de espejos que practica la directora con el espectador de su filme, nosotros, al reflejar los rostros de gentes diversas escuchándole cantar… O ese enfrentarse a su juventud, cuando le pone una antigua grabación por televisión, me parece otro de los momentos geniales de la película… Ahí canta por soleás que quita el sentido…».
Agujetas, una voz única dentro de una música donde abundan las voces únicas, que tal cosa propicia el flamenco; un ser asocial, por su genialidad -«los riesgos de la vida»- y su manera de ser -«no lo quiere nadie»-. Nos quedamos, y compartimos, con la cita de Miguel de Unamuno que se puede leer al principio de la película: «El que defiende el ‘Yo’ defiende todos los ‘Yos’, es el Nosotros».
(Este próximo viernes penúltima cita del Club Flamenco, sin tema concreto a tratar, salvo el de elaborar una lista de cantes al gusto de l@s asistentes. Y para el 31 de mayo, despedida, con tod@s los aficionad@s posibles, interesad@s. Con alegría, digo)

Tertulia flamenca. Lo social

«Ya digo. Es lo de siempre, lo de otras veces, lo de otras tertulias. Cuarenta personas dando vueltas al manubrio, con el pretexto de Lo social en el flamenco. La esencia, el origen, el porqué, no somos capaces de sacarlo a flote, pero nos consolamos pensando en que, quizás, sólo quizás, es mejor así. ¿Por qué desvelar todos los misterios? Hay uno con el que no podemos, el Flamenco, pues bueno, pues vale, pues mejor ¿Acaso sabemos lo que está mirando el perrito que se hunde tras de un tronco, en el cuadro de Goya? Si lo supiéramos, uno y otro, comprenderíamos el Universo, y por ahí si que no paso.
«Luego, nos ponen unas escenas de Las 3.000 Viviendas, ese documental de la espabilada francesa donde un arapahoe y un flamenco se saludan, se abrazan y prosiguen con sus vidas, mientras un burro, irónico, tierno y hermoso, los contempla desde el hueco de una ventana del tercer piso de esas viviendas que son 627 y no 3.000. Casi todos reímos, o sonreímos, y pensamos que, a lo mejor, el Flamenco es eso, lo surrealista y lo que no tiene explicación. Después, escuchamos un cante de Pepe Taranto (que no viene en el disco) y a muchos se nos alteraron los pajarillos del alma, no sólo porque en ese momento alguien nos dijo en voz baja que se había ido Bebo Valdés, si no porque a los sones de Pepe Taranto, en el Pleistoceno, claro, alguno se dejó las ilusiones y los pelos de la cabeza en aquello de la unidad, la unidad en el Frente Democrático de Izquierdas.
«Proseguimos, que si folklore sí, que folklore no (que no: pero tampoco pasaría nada si lo fuera, pues el folklore viene del pueblo), que si Cultura, sí, o que sí (que sí), y que el flamenco no es canción protesta, porque la Protesta ya la lleva implícita (qué bueno, tío). Nos pusieron a Juana la del Revuelo con más mujeres del Polígono Sur, haciendo palmas y cantando por bulerías («Todo lo bueno para papá»), y luego, al encenderse las luces, supimos que la respuesta era eso: el pueblo cantando y bailando (o quejándose, que han pasado mucho frío). Salimos, era de noche, algunos se fueron antes, por ver a Curro Piñana en el Cervantes. Llovía más que cuando se casó Leticia con Felipe de Borbón. Frío. Valladolid. Qué bonito, estar vivos y entre amigos».
SALUD
M. A. Galguera
 (Gracias a Miguel por cubrir nuestra ausencia en la pasada Tertulia Flamenca de la Biblioteca Pública de Valladolid. Nos veremos en la próxima cita del Club, creemos que para el 19, con Agujetas como protagonista y más Dominique Abel, que veremos su película. Y aquí un enlace sobre qué es el flamenco para la directora, tomado de su web -enlace apuntado más arriba- y merece la pena, como todo lo que ha hecho la francesa. Nos quedan un par de cosas. Losocial
Vídeo relacionado con lo que cuenta Miguel y dedicado a una nueva seguidora, Annette, que se ha sumado a este blog, ole: